"Unos camaroncitos fritos como los del Big Boy; un pollo refrito de la Kentucky; una pizza con hongos, jalapeños y jamón; o un coctel de camarones" Decia mi vila cuando se llegaba la hora de comer y tenia antojo. Cómo le gustaba comer sus cosas preferidas. Era siempre una bendición mirarla disfrutar sus platos preferidos. Y pues, no solo mirarla, porque a mi vila le encantaba compartir de las cosas que tanto le gustaban a ella. Si uno estaba con ella cuando le daban sus antojos, podía estar seguro de que usted también iba a disfrutar con ella.
Talvez porque ella sabia cuanto le gustaba disfrutar de una comida que le gustaba era la razón que tanto le encantaba cocinar para otros.
Unos de los cuantos recuerdos que tengo de mi viejita era de mirarla dada completamente a servir a su familia con sus deliciosos platillos. Tube el privilegio de vivir con ella unos años en Acatíc, Jalisco. Todos los días nos hacia desayuno antes de irnos a trabajar. Unos chilaquiles, un menudito, o unos huevitos. Luego, a las 2 de la tarde, ¡a comer se ha dicho! Una pepena, un mole con nopales y espinazo, un caldo de res (si era domingo), siempre algo delicioso. Me lo imagino como si fuera hoy: llegamos a comer, nos sentabanos con mi José, y comenzaba mi vila a servirnos. Siempre muy atenta a que no le faltara nada a alguien. Nos calentaba tortillas frescas hechas a mano por la vecina. ¡Y siempre ofrecia otro plato! ¡Y cuidado al que no lo queria!
Ella no se sentaba a comer hasta que su familia estaba bien servida. ¿Y saben que me ministra mas que nada? Que nunca escuche resentimiento o quejas por lo que ella hacia. Lo hacia con todo su amor hacia su familia. Nunca comunicó sentirse inferior. Al contrario, es unas de las mujeres que yo he conocido que demostraba fuerza y confianza. El amor que tenia por nosotros era muy grande. Y una, porque hay muchas, de las maneras que lo demostraba era en cocinar, servir a su familia, y quedarse parada para mirar que disfrutaran y que nada les faltara.
Mi vila le paso esta manera de expresar su amor a sus hijas. Si usted hubiera conocido a mi mama, Guille, mirara esta característica. O si un día tiene la oportunidad de ser servido(a) por mi tía Leti, sentirá el gozo que ella siente en hacerle un platillo favorito, servirle, y estar atenta para que nada le falte y mirar que lo disfrute.
De hecho, tengo un poco de envidia de mi tía Leti y tío Jaime. Porque ellos tuvieron el gran privilegio de ser los que en sus últimos días bendician a mi Viejita como ella nos bendecía a nosotros. Ellos son los que le traían a mi Vila:
"Unos camaronsitos fritos como los del Big Boy; un pollo refrito de la Kentucky; una pizza con hongos, jalapeños y jamón; o un coctel de camarones"
Gracias a Dios por mi Vila, que nos demostraba tanto su amor.